El Centro Femenino de Adaptación Social (Cefas), ubicado en Tamara, fue el escenario de una tragedia que provocó la muerte de 41 mujeres. Según los datos preliminares del Ministerio Público de Honduras, 25 de ellas fallecieron calcinadas y otras 16 murieron acribilladas con armas de fuego.
Todo indica que las pandilleras del Barrio 18 encerraron en un módulo a las víctimas y les prendieron fuego, a causa de una rivalidad entre pandillas.
Simultáneamente, otro grupo le disparó a unas internas que intentaban esconderse dentro de la prisión. Al menos 7 mujeres fueron trasladadas al Hospital Escuela de Tegucigalpa.
Yuri Mora, portavoz del Ministerio Público, dio a conocer que se desplazaron cinco delegaciones de medicina forense, para poder iniciar el proceso de identificación por medio del ADN, ya que muchos cuerpos quedaron irreconocibles. Decenas de familiares se agruparon a las afueras del recinto carcelario para poder tener noticias de las reclusas.
La presidenta de Honduras Xiomara Castro aseveró que el gobierno tomará “medidas drásticas” para llevar justicia a las familias de las mujeres asesinadas. Asimismo, convocó a rendir cuentas al Ministro de Seguridad para mejorar la calidad de vida en las cárceles de Honduras.
En esta línea, la Viceministra de Seguridad Julissa Villanueva, declaró el “estado de emergencia” en la prisión y ordenó la intervención inmediata del centro. La también directora de la Comisión de Intervención de los Centros Penales de Honduras declaró que “no van a tolerar actos vandálicos ni tampoco irregularidades en esta cárcel”.
Hasta ahora no se cuenta con los nombres de todas las víctimas. Sin embargo, se inició una investigación judicial y se espera el reporte oficial por parte del Sistema Penitenciario.
Antecedentes en cárceles de Honduras
No es la primera vez que se viven tragedias de este tipo en las cárceles de Honduras. Sin embargo, este es el cuarto suceso más grave en la historia de este país, desde el 2012, cuando un incendio acabó con la vida de 360 presos en la cárcel de Comayagua.
En 2004, otra masacre conmocionó al país en el Centro Penal de San Pedro Sula, cuando 107 reclusos fueron asesinados. De hecho, a raíz de esas muertes, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de Honduras en julio del 2022.
En 2019 se registró otro suceso en el centro penal El Porvenir, donde 19 detenidos perdieron la vida, y en 2023 un enfrentamiento entre policías y pandilleros ocasionó la muerte de 66 personas en el mismo centro carcelario.
Mismo escenario en América Latina
Las masacres carcelarias forman parte de una realidad constante en las prisiones de América Latina, donde los protocolos de seguridad, muchas veces, no son los más adecuados.
De hecho, en ocasiones los mismos agentes encargados de las penitenciarías protagonizan los enfrentamientos. A esta situación se suman las riñas entre bandas y pandillas dentro de los recintos, que han llegado a cobrar la vida de centenares de reclusos.
El más grave de estos sucesos se registró en República Dominicana, tras un motín en el que 135 personas fueron asesinadas. La situación no es distinta en Venezuela. En este país se produjo un incendio, en 1994, en el que fallecieron 121 presos.
Brasil es otro de los países que registra más violencia. La masacre de Carandiru dejó un saldo de 111 prisioneros ejecutados en manos de las fuerzas de seguridad de Sao Paulo.